El Sol ha sido un gran protagonista de nuestra historia como especie, y de él depende no sólo la vida en la tierra sino la climatología de todo nuestro vecindario cósmico. Hoy en día la astronomía en general y el estudio del Sol en particular viven una época dorada. Ha sido un largo camino recorrido desde la época en que nuestro aborígenes lo adoraban hasta los satélites de varias toneladas lo observaran sigilosamente desde orígenes rincones de la órbita terrestre. Pero aún seguimos tratando de descifrar varios misterios de nuestro famoso "Astro Rey." Seguramente uno de los primeros "temores astronómicos" en nuestra etapa infantil esté relacionado con el Sol. Recordaremos aquella prohibición de nuestros abuelos, padres y maestros de mirar el Sol directamente aunque no por ellos cerráramos un poco nuestros ojos y tratáramos de vislumbrarlo a través de nuestras pestañas o aprovechar alguna nube que ocultara un poco su intenso brillo dejando ver su silueta circular en el cielo. Resulta que tenían razón, y que para nuestra retina el Sol es un gran enemigo y así como su energía es fuente de vida, gran parte de su radiación puede también tener efectos negativos sobre nuestra piel en exposiciones prolongadas